Terapia individual

Depresión

La Depresión es una alteración del estado del ánimo de notable importancia clínica y con un gran impacto para la persona que la padece y su entorno. A pesar de ser menos frecuente que los trastornos de ansiedad, su aparición junto a otros problemas clínicos como ansiedad, trastornos psicosomáticos, adicciones, etc., hace que esté presente en muchas personas en determinadas etapas de sus vidas.

En ocasiones se origina tras una pérdida importante, una situación traumática, o un periodo de intenso estrés y ansiedad. También se puede dar en la complicación de un duelo. En otras ocasiones no resulta posible encontrar el origen de este estado de ánimo. Las quejas características que suelen presentarse son: sentimientos de dolor profundo, tristeza, ira, frustración y soledad; la pérdida de interés por las cosas que antes satisfacían o resultaban agradables,  aislamiento social, disminución de la autoestima y alteraciones en el patrón de sueño o en la alimentación.

Generalmente este estado de desánimo o de profunda tristeza suele originarse junto con la sensación de incapacidad para resolver, de un modo adecuado, los problemas  o circunstancias a los que se enfrenta la persona. La persistencia del problema y la inexistencia de estrategias efectivas para abordarlo suelen llevarle a una situación de pasividad, de entrega o de renuncia, que se añaden al sufrimiento de este estado de ánimo.

La terapia psicológica que ha demostrado mayor eficacia es la Terapia Cognitivo Conductual clásica de Beck y de Ellis, pero existen otros tratamientos dentro de la misma línea que también han demostrado su eficacia y tratan otros aspectos, o son más sencillas. En concreto, la activación conductual, la terapia de resolución de problemas o la terapia interpersonal.

Este tipo de terapias incluyen técnicas cognitivas de revisión del contenido de los pensamientos y cambios de comportamiento. Volver a realizar las actividades que antes resultaban agradables, sentirse activo, e incluso orgulloso de lo que se hace, relacionarse con personas queridas, prestar atención a los aspectos positivos propios, ajenos o de las vivencias que se tienen, ayuda sin lugar a dudas a que las personas se sientan mejor. Si además se aprende a descubrir las trampas mentales, o los errores de pensamiento más típicos que suelen llevar a sentirse inadecuadamente mal, la persona puede ajustar de una forma mucho más real sus sentimientos y su comportamiento, gracias a un pensamiento más adecuado.

Ansiedad

Anticipación aprensiva de un peligro o desgracia futuros, ya sean internos o externos, reales o imaginados. Miedo o preocupación porque pueda pasar algo malo y de terribles consecuencias. En ocasiones es sana y natural, aunque desagradable. En otras puede ser patológica. Las áreas más comunes de preocupación suelen ser la salud (la propia y la de otros), la familia, los amigos, el trabajo, los estudios, la economía…

Para afrontar la ansiedad las personas suelen comportarse de formas que resultan extrañas para quienes se relacionan con ellas, como realizar comprobaciones excesivas, evitar situaciones u objetos temidos. En ocasiones el problema manifestado no es tanto la propia ansiedad como estos comportamientos.

Los problemas y trastornos de la ansiedad son muchos: las fobias, o miedos irracionales a algún objeto, situación o animal; la hipocondría, o miedo a estar enferma y la observación excesiva de cualquier síntoma físico interno; el Trastorno Obsesivo Compulsivo, o miedo a que si no se realiza algún ritual de comprobación o evitación pueda ocurrir algo malo, como enfermar por algún contaminante externo, o que ocurra alguna desgracia; la fobia social, o miedo a quedar en ridículo o ser juzgado negativamente por otras personas; la ansiedad generalizada, o sensación permanente en casi cualquier situación de que algo malo puede estar a punto de ocurrir.

Generalmente cuando la ansiedad se incrementa por cualquier razón interna o externa tienden a manifestarse con más intensidad uno o varios de estos problemas y trastornos. Además de ser una sensación tremendamente desagradable de vivir, otra característica de los problemas de ansiedad es que resultan muy incomprendidos. Quienes conviven con la persona afectada raramente la comprenden y tienden, más bien, a dar bienintencionados, pero  inútiles consejos como “Cálmate, que no va a pasar nada”, “Tranquilo, que no es para tanto”. Lo cual suele empeorar aún más la sensación de incapacidad para afrontar las situaciones que ya padecen las personas con problemas de ansiedad.